Captar y mantener la atención del consumidor es el primer
paso de la comunicación. Los anunciantes deben comprender el estado del público
para llamarle la atención y transmitir el mensaje eficazmente. El público puede
estar en uno de estos cuatro grados de receptividad: búsqueda, recepción
activa, recepción pasiva y rechazo. Este último grado se ha extendido mucho
debido al zipping y el zapping, situaciones en donde los consumidores evitan
deliberadamente los estímulos publicitarios. El público tiende a fijarse en los
estímulos y mensajes que considera necesarios, familiares o coherentes con su
conducta.
Los anunciantes pueden emplear diversos métodos para llamar
la atención del consumidor: componer bien los estímulos, suscitar emociones, proporcionar
información y ofrecer ventajas. Varias condiciones determinan la eficacia de cada
método: la novedad e intensidad del estímulo; la relación entre el estímulo y
la marca o el mensaje; y la relevancia del estímulo para la audiencia.
La selección del método depende fundamentalmente del estado
del público objetivo: proporcionar información es más útil ante consumidores
con una disposición activa; suscitar las emociones es más efectivo ante
individuos con actitud pasiva; y una buena composición de estímulos es mejor
ante un público huidizo. La elección del método también depende del tipo de
producto y de la estrategia creativa.
El anuncio consta de estos componentes fundamentales: encabezamiento,
texto, imagen, sonido y secuencia final.Cada uno de estos componentes cumple funciones distintas. La
función principal del encabezamiento es llamar la atención del consumidor.
También sirve de vínculo entre la imagen y el texto. El texto proporciona
información y persuade al consumidor. La imagen y el sonido valen para llamar
la atención, aumentar la persuasión y contribuir al recuerdo. La secuencia
final sirve para concluir la argumentación, facilitar una idea memorizable y
relacionar ese anuncio con otros de la campaña.
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